CULTURA
Gonzalo: el alumno de Francisco
El Fray Gonzalo Zervino, llegó a Intendente Alvear el 3 de junio de 1998 para cumplir con su misión en la Iglesia Inmaculada Concepción y se fue el 3 de junio de 2003 con destino a Buenos Aires, al Comisariato de Tierra Santa, siendo designado Comisionado General para América Latina. En el 2009 fue a Azul, provincia de Buenos Aires, donde trabajó pastoralmente un año y medio y luego un par de meses en el Obispado de San Isidro hasta que el Cardenal Bergoglio le pidió que le cubriera la Parroquia Santos Sabino y Bonifacio, de la Capital Federal por el lapso de dos años. Actualmente vive en el Convento San Francisco, a una cuadra de la Plaza de Mayo.
Respondiendo a un pedido de El Norte en movimiento, Zervino relató que "al Padre Jorge Mario Ber goglio - hoy papa Francisco- lo conocí en marzo de 1977 en el Colegio Máximo "San José", de San Miguel, provincia de Buenos Aires, propiedad de los jesuitas. Allí estudian filosofía y teología los futuros sacerdotes, tanto de la Compañía de Jesús como de otras órdenes religiosas y del clero secular. El nos daba clase de Teología Bíblica. Como tíos míos jesuitas de Chile fueron profesores suyos cuando era novicio en Santiago y de quienes guardaba muy buenos recuerdos, provocó que la "distancia" profesor-alumno se tornara bastante laxa, hasta el punto de establecer sólidos lazos de amistad y afecto que no han variado en el tiempo", dijo
"Recuerdo -continuó- que después de cada clase salíamos al recreo y él se acercaba a compartir con nosotros momentos de sana alegría y confraternidad, pues tomábamos mate, contábamos anécdotas y algunos chistes que los festejaba de muy buen humor y a su vez nos dejaba algunos de su propia cosecha".
"Aquellos fueron años muy duros, trágicos para la Argentina y los argentinos. Todos eramos conscientes de lo que estaba ocurriendo. Por los corredores de los claustros solíamos ver pasar gente desconocida para nosotros. Eran personas perseguidas por el gobierno de facto que el Padre Jorge, como Rector del Colegio Máximo los refugiaba, como a tantas otras que ayudó a salir del país arriesgando su propia vida".
"Terminé los estudios en el año '80 y al siguiente fuí ordenado sacerdote en Salta donde trabajé pastoralmente varios años en el norte de la provincia y en sur de Bolivia entre las comunidades aborígenes".
"Como tenía una deuda de gratitud y afecto con el Padre Bergoglio y como le había prometido, en ocasión de un viaje a Buenos Aires fuí a visitarlo a San Miguel y celebrar mi primera misa en el querido Colegio Máximo que me tuvo como alumno cuatro años. No olvidaré jamás el gesto de humildad que mostró al entrar a la sacristía y pedirme "permiso" para concelebrar conmigo la Eucaristía. Me sentí muy honrado, emocionado y admirado por su gesto de padre y pastor. Es que así fue siempre el Padre Jorge, un sacerdote virtuoso, espiritual, humilde, preocupado por lo que le ocurría al otro, al servicio de los pobres. Nunca cambió, ni cuando lo ordenaron Obispo ni mucho menos cuando la Santa Sede lo nombró Cardenal Primado de la Argentina".
"Por esas vueltas de la vida, en el año 2009 tuve que pedir una exclaustración temporal a la Custodia Franciscana de Tierra Santa, entidad a la que pertenezco actualmente. Luego de pasar un año y medio al servicio del Obispado de Azul, regresé a Buenos Aires y lo fuí a saludar y a contarle mi situación, que por supuesto ya la conocía. Paternalmente me recibió en su austera oficina del Arzobispado y cuando le pedí "trabajo pastoral", me respondió con bondad: "veo y te llamo". No sólo que me llamó sino que fue con tal urgencia que me sobresaltó", recordó.
"La cita era a las 3 de la tarde en el mismo lugar que me había atendido. En cuanto entré y me vió, dió un salto de su asiento y me dijo: "Te mandó Dios...te mandó Dios". Textualmente, sin agregarle ni quitarle nada. ¡Cómo no recordar esa anécdota con semejantes palabras de recepción!. La cuestión fue que un sacerdote joven había dejado el ministerio y la parroquia a su cargo quedaba sin cura y con más problemas que los Pérez García".
"Acepté el desafío gustoso por el término de dos años con opción a otros más. Hasta dónde llegó su preocupación de pastor que todos los días me llamaba, no sólo para asegurarse de que no me faltara nada, sino para estar al tanto de las inquietudes y necesidades de la comunidad parroquial. Un día me dió su palabra de que en cuanto su agenda se lo permitiera nos vendría a visitar. Y como siempre cumplió con sus promesas, el 17 de agosto de 2011, con motivo de las fiestas patronales, se apareció solito, después de haber viajado en subte hasta el Bajo Flores. Fue un bálsamo para todos".
"Como mis padres me enseñaron a respetar a toda autoridad, cuando me dirigía a él con el trato de "Eminencia", como es de estilo llamar a los Cardenales, me respondía "siempre me llamaste Jorge, nada de Eminencia".
Así es el Padre Jorge Mario Bergoglio, hoy papa Francisco, un hombre como nosotros, escogido de entre nosotros, pero con una misión para nosotros. Es natural que se quiera saber muchas cosas de un sacerdote, sobre todo cuando se llega al lugar que llegó él. Su apariencia externa es el fiel reflejo de la profundidad de su ser. Francisco nos toca muy de cerca, por su función sagrada de evangelizar, consagrar, perdonar y comunicar la vida de Dios a los hombres. Es nuestro y es para nosotros y para toda la humanidad con tanta hambre y sed de paz, de esperanza y de hermandad", finalizó Zervino. El Norte en Movimiento)
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