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martes, 23 de abril de 2013

TODO ES CUESTIÓN DE CREER
CULTURA

"Se puede aprender hasta el último día"






Su nombre se hizo mediático cuando Matías Almeyda lo contrató en 2011 para que trabajara "el aspecto mental" del equipo de River de cara a los partidos definitorios del Nacional B. Difícil saber qué fue lo que exactamente llevó a "la banda" al regreso a la primera división, pero lo cierto es que Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, profesor full time y director académico del Programa Ejecutivo en Neuromarketing de la Universidad Torcuato Di Tella, ha logrado darle difusión masiva a los avances de las neurociencias y su libro "Ágil mente" (Sudamericana), en el que revela el funcionamiento del cerebro y las principales herramientas para ejercitarlo en un sentido más creativo.
"Yo no soy un gurú, sino un divulgador de lo que los científicos de las neurociencias están investigando y descubriendo", aclara. Y dice: "El tema es que ahora, gracias a quienes se dedican a esto, sabemos cómo funciona nuestro cerebro y que no se trata de ser un genio, sino de trabajar y entrenar para ponerlo en forma en el sentido en el que queremos o con un propósito", dice el ex profesor de Harvard que, entre sus alumnos, tuvo a un todavía ignoto y nada genio Mark Zuckerberg, futuro creador de Facebook.
-Usted trabaja con empresas y organizaciones para lograr que sean más innovadoras y estudiando por qué lo son, a partir del desarrollo de las investigaciones científicas sobre esto. ¿Qué se sabe hoy acerca de la creatividad?
-Muchas cosas que hasta hace muy poco no sabíamos. En lo puntual de mi trabajo hoy desde la Di Tella con organizaciones, cuando uno intenta ver qué es lo que tienen de distinto las empresas innovadoras respecto de las que no innovan, uno se da cuenta de que no se trata de que las personas son diferentes. De lo que se trata es de la forma de trabajo, para decirlo en líneas generales, y cómo determinadas estructuras, libertades, posibilidades y proyectos, influyen en que se sea más o menos innovador. Ahí es cuando aparecen las neurociencias para permitirnos ver cómo funciona el cerebro de ese empleado. Entonces, lo que veo, lo que estudio y lo que aplico en las organizaciones donde trabajo son estas formas distintas de hacer funcionar tu cabeza distinta. Y veo que, justamente, son las que van en dirección contraria a las que la mayoría de las personas y empresas vienen trabajando hace diez, veinte o 30 años. Y que es justamente lo que conduce a ser más eficiente, estar menos estresado, cansarse menos, usar mejor la energía, desarrollar la creatividad, tenerse más confianza, manejar los miedos...

-Suena bien, pero la mayoría de las personas trabajan en estructuras en las que hay un jefe vigilando, un horario estricto, una autoridad a la que hay que obedecer en sus decisiones sin discutir...
-Hay cosas que no se pueden cambiar. Pero además, no se trata de romper las estructuras. Al menos no para empezar. Sino que el desafío es exactamente al revés: tenés 8 horas, un jefe que te sopla en la nunca, un escritorio con una computadora en una oficina. ¿Cómo hacés? Entonces, después de lograr pequeños triunfos es cuando uno puede tratar de desestructurar el resto. Ahí hay que empezar por el cambio desde el cerebro para ser más creativo. Y no sólo para eso; también para la vida. Porque cuando la gente cambia, por ahí no es la creatividad lo que aflora, sino que es simplemente pasarla mejor, trabajar más tranquilos, llegar menos cansados a sus casas.
-Todo esto tiene mucho que ver con las emociones, que fue también un poco el trabajo por el que Almeyda lo convocó para ayudar a River en un momento de definición y por lo tanto de mucha presión. ¿Cómo fue esa experiencia?
-El trabajo con los jugadores de River fue justamente ayudarlos a manejar la tensión previa al último partido del Nacional B. Fue muy puntual. Y si bien cualquier jugador a ese nivel tiene muy en claro que el aspecto mental es muy importante, cuando una persona se le acerca a hablarle de las emociones que se ponen en juego, la reacción natural es: "Pará flaco. Yo hace diez años que hago esto y estoy acostumbrado". Pero la verdad es que eso enseguida aflojó y la experiencia fue espectacular. Y los jugadores aceptaron hacer este trabajo, que no es lo más habitual en un equipo de fútbol, especialmente acá en Argentina, pero que la mayoría de los deportistas profesionales de primer nivel lo hacen. Un deportista olímpico, por ejemplo, que se entrena cuatro años para competir veinte segundos o tres minutos, sabe que la diferencia se juega ahí. Porque el entrenamiento físico y la técnica la tienen todos, con diferencias de talento natural o de capacidad física, pero manejar el miedo, la presión, la tensión, tenerse confianza, etc. eso se puede entrenar. Y a diferencia de lo que muchos creen, no se trata de evitar las emociones, sino de aprender a manejarlas. Porque a la larga o a la corta, las emociones aparecen inevitablemente.
-¿Qué se sabe acerca de cómo nace una idea?
-Si yo te pongo un resonador magnético nuclear y te hago ejercicios o preguntas, puedo ver de qué área del cerebro sale eso que me respondés. Hoy la ciencia dice que el 40 por ciento de tu día a día laboral, es decir cuatro de cada diez cosas que resolvés, ponen en juego la lógica. Y que en el 60 por ciento aparece una idea. Cuando esto se mira en el cerebro, la parte en la que interviene la lógica aparece como un cableado en el lado izquierdo y el 60 por ciento, ese que corresponde a la creatividad, viene justo de abajo del oído derecho. Nuestra imaginación, donde nos creamos cosas, sale de ahí. O sea que ser creativo no quiere decir crear un celular nuevo, sino que se aplica a las cuestiones más corrientes de la cotidianidad. Todos tenemos ideas todo el tiempo, o buena parte del tiempo. Y esas ideas están obviamente basadas en nuestra experiencia, en nuestra cultura, en lo que ya sabemos... El desafío de la creatividad o de que aparezcan nuevas ideas tiene que ver con ejercitar esa área del cerebro como si fuera un músculo y desarrollarla. Esto en ciencia significa que se conecte más: donde tenés 20 neuronas con 20 conexiones, vos podés tener 20 neuronas con 200 conexiones. Y eso significa más poder, no de creatividad sino de ideas. Porque, salvo que seas Picasso, si sos una persona normal, la creatividad arranca con la productividad. El secreto no es tener una idea genial, sino tener muchísimas ideas; porque es una cuestión matemática: cuantas más ideas tengas, más chances hay de que alguna sea buena.
-Y de llevarla a cabo...
-Exacto. Y ahí es donde entra en juego, además del trabajo individual, esto que yo decía de la forma de trabajo, las estructuras... En general, lo que suele pasar es que hay buenas ideas que se chocan con los propios tabúes de la inseguridad, los límites reales económicos de concretarlos, la falta de un espacio en donde sean practicables.
-Usted hablaba de Picasso como un ejemplo de genialidad, que no funciona para la mayoría de los mortales. ¿Cómo se explica esto desde la ciencia?
-La genialidad es justamente lo que la ciencia no puede explicar... Los genios son genios. La ciencia puede ayudar a los normales. Para la ciencia, como casi todo lo que somos, de lo se trata en los normales es de una combinación azarosa, de cómo ha nacido tu cerebro, el cableado digamos; y después de las historias, experiencias, conocimientos, saberes, lecturas individuales. No hay una fórmula mágica para saber por qué, siempre sacando a los genios que no tienen explicación, alguien es más creativo, más ingenioso, le va mejor... Hay mucho de aprendizaje y acá encaja esta frase de que no se trata de lo que te pasa sino de qué hacés con lo que te pasa. No hay dos experiencias iguales y por eso es imposible encontrar fórmulas, pero hay herramientas. Eso es lo que yo estudio. Lo que hacen los yanquis, por ejemplo, es agarrar a los líderes más grosos del mundo, sea porque ganaron plata, son muy felices, los mejores en lo suyo, etc., y los analizan. Y la realidad es que no encuentran nada en común en ellos que pueda dar una receta, sino que lo único que hay compartido es la intencionalidad: querer hacer algo. No se puede ser creativo si no se quiere serlo; como no se puede serlo en algo que uno odia y es en este sentido que la creatividad es "contextodependiente": el ambiente, las personas, las reglas, la libertad y las posibilidades de acción son muy influyentes.
-¿Qué hay de la inteligencia?
-Es un tema complejo. Para empezar, no hay una inteligencia sino muchas; y cada vez aparecen más: la emocional, la matemática, la lógica, la musical, la corporal... Igual hay gente que trata de poner todas esas juntas en un coeficiente entero. Puedo responder desde mí: creo que la inteligencia tiene que ver con el cambio, con la capacidad que tenemos de darnos cuenta de que si seguimos así nos va seguir yendo mal. Se trata otra vez de la intencionalidad. Pero no es sólo querer cambiar sino encontrar cómo hacerlos, que es la parte más difícil. Hay distintas teorías y escuelas, muchísimas, desde la terapia psicológica o psicoanalítica, hasta la meditación. Las neurociencias están hoy trabajando en esto, y van a dar mucho que hablar sobre cómo pueden cambiar las personas y, sobre todo, van a dar herramientas para lograrlo.
-¿Y cuáles son entonces las técnicas o herramientas para lograr salirse de la estructura social-laboral que aplasta la creatividad?
-Cuando vos hacés un sondeo en empleados, se ve que el 2 % es talentosamente creativo y el 98 % restante, los normales, trabajamos. Según la teoría ganadora del Premio Nobel en 2001, la Teoría de la memoria inteligente, todo lo que uno sabe, vio, escuchó, leyó y vivió, influye en la capacidad de tener ideas. Porque la creatividad sería como una tormenta de tu saber que hace conexiones y, cuanto más hay para conectar, más productiva puede ser. Pero además, esa conexión es un ejercicio, como el del cuerpo. El cerebro se ejercita, se entrena. Como uno puede hacer bíceps y abdominales, puede hacer ejercicios en concentración, foco, confianza, creatividad, empatía, intuición, emociones... Y así va a funcionar cada vez mejor. En eso es al revés del cuerpo: el cuerpo tienen un pico de rendimiento y cuanto más lo usás más se desgasta. El cerebro funciona exactamente al revés: usalo, usalo y usalo, porque si dejás de hacerlo, se apaga. Y está megademostrado que, siempre que no haya enfermedades, el hasta el último día de la vida se puede aprender. No es que los chicos aprenden más sino que los chicos aprenden más rápido. Porque a los grandes les da más fiaca, tienen menos tiempo, demasiados hábitos y menos curiosidad. Y además, hay otra razón para mantener el cerebro en forma: todo lo que nuestro cuerpo hace, depende del cerebro, desde mover el dedo hasta expresar las emociones.(Gentileza Tu Macondo).-

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